Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2010

Confusión

   Resulta insuficiente describirse con términos aislados que poco o nada dicen. Acaso para dejar más en claro la ambigüedad de los atributos de cada quien, sea mejor echar mano de la viñeta. Y bueno, uno siempre busca la manera de justificar los propios descarríos.    En mi minúsculo empleo de docente de lengua dentro de una compañía transnacional destiladora de hidrocarburos hay otro docente que inexplicablemente me llama Carlos cada vez que nos encontramos y yo no soy quién para impedirle quejarse de disimulo, de duplicidad, realizar asociaciones libres o disipar dudas. Por fortuna esto no sucede con mucha frecuencia. No sé exactamente cuándo comenzó a llamarme así. Lo que ahora considero la primera vez no oí bien pues estábamos algo lejos el uno del otro, de modo que sólo lo sospeché. Nada de consideración. La segunda y la tercera lo escuché con claridad, hola, Carlos, ¿Qué tal, Carlos? dijo con amabilidad en ambas ocasiones, y en ambas ocasiones apenas y saludé con un gesto, un

Estampas de la Copa del Mundo

Ahora a buscar que no nos toque Argentina. Evitarlos a toda costa. Vencer a Uruguay. ¡Katerina! Katerina como idea, Katerina como imagen, Katerina como concepto. ¡Vaya! Hasta que nos tocó una. Digo, nunca ganamos. Está bien, no hay que sentirse mal por esos franceses. Sentir la cercanía, marcar el territorio con el resto de la manada de franchutes alrededor de la mesa, ésta es mía señores. El gol como abrazo catártico, las bromas bienvenidas, la mano acariciando la pierna recién afeitada. Saberse con la puerta abierta, la oportunidad de llegar hasta donde nadie ha llegado nunca. Katerina y su mirada seria, aprobatoria. ¿De aquí al amor qué distancia queda por recorrer? Me aventuro a decir que he llegado a mi destino.

La torre de Praguel: 1. La puta de Babilonia

Todos se lo meten a la boca, lo muerden, lo mastican, lo remuelen, aparentan degustarlo (es un deleite, se sienten fascinados); pocos, sin embargo, lo digieren. Sí, así me represento el bolo de palabras que le veo vomitar a una ingente cantidad de almas en esta ciudad -presumiblemente en todo el mundo, pero seamos modestos en nuestras miras- cuando pretenden hablar inglés. !Qué engendro de acentos¡ !Qué de tartamudeos, vacilaciones, balbuceos¡ No hay lugar en Praga donde no se escuche ese acento chillón, jálameloshuevos de inglés yanqui o el mamón británico. Si digo que hablar lenguas extranjeras está de moda en Praga, no digo nada. Todo lo está y en todos lados. Pero aquí, de toda esa lenta y a la vez estrepitosa carrera por adquirir el dominio sobre un idioma, el mandón sigue siendo es el inglés (mal que me pese). Primero por el turismo, claro, lengua planetaria, "es para entenderse dondequiera que uno vaya", bla, bla, bla... de eso ya he tenido suficiente. Segundo, po

Rescoldos del invierno

Cuellos descubiertos, chaquetas ligeras y abiertas, y para los audaces y desesperados de plano shorts, faldas y blusas sin mangas... de poquito en poquito y como no queriendo va entrando la primavera por un camino más bien otoñal: lluvias ligeras y un frío que para un mexicano a veces también cala, pero que ya ni de cerca le llega a las nevadas invernales. Y sin embargo, es esquiva, no se da toda y sólo a ratos nos ofrece un sol esplendoroso y un clima tan cálido que a todos les pone un semblante más bien animado. Por lo demás, lo gris aún se impone... no por mucho tiempo. Con todo, está claro que una nueva etapa comienza y las verdades que yo siempre tuve encuadradas en las monografías de papelería aquí se hacen tangibles, el ciclo se repite y con él se respira regeneración por doquier y se tiene la impresión de que la última primavera ha quedado tan lejana, de que la vida es tan larga, de que nada permanece, de que todo se agita. ¿Cuál es mi saldo del invierno una vez que el ú

Praga 00:00 hrs

   Una de las muchas cosas que me gustan de esta ciudad es la pasmosa tranquilidad con la que se viaja en el transporte público a la medianoche. (¿Acaso muchos no se desgañitan la garganta diciendo que lo importante de la vida son las pequeñas cosas?) En el metro, la comodidad es mucho mayor que durante el resto del día y la gente no sufre ninguna metamorfosis, el ambiente no cobra tintes sombríos, y no hay ni un milímetro de temor en los vagones. Las personas son las mismas: gente de oficina, obreros, estudiantes, ancianos, procedentes del trabajo o alguna reunión, sí, seguro alguna reunión, eso sí, todos con varios litros de cebada en las venas. Pero eso no hace ninguna diferencia. Sólo en algunas ocasiones, muy raras, los checos se conectan. Me ha tocado presenciar una de ellas.    Había subido en la estación Namesti Miru para transbordar en Muzeum. Una vez instalado en el tren (con seguridad el último del día) que me llevaría a mi casa, comencé a mirar a las personas. Había algu

Hoy ví a mi amigo, el poeta Luis Marín

Hoy ví a mi amigo, el poeta Luis Marín. Fue en mi viaje a bordo del autobús 213 con rumbo a Jižní Město, donde tenía mi casa. Mi amigo subió en Chodovska, si mal no recuerdo. Leía y no me percaté de su presencia hasta que instintivamente supe que alguien se acercaba a mi asiento. En ese momento, levanté la mirada y lo ví. Por una ráfaga de tiempo nuestros ojos se encontraron, pero de inmediato me dio la espalda y fue a sentarse a unos metros delante de mí. Era un hombre ya maduro, quizá llegando a la cincuentena. Lo reconocí por el bigote. Cuánto me sorprendió que aún gustara de llevar el pequeño bigote que hacía años acostumbraba dejarse, aunque no desde el principio, quiero decir en el momento en que lo conocí, sino pocos años después. Aún recuerdo las burlas con las que se refería a su doble apariencia, a su doble yo según se dejara ese trozo de vello sobre la nariz o se lo afeitara. Había subido de peso aunque también es cierto que la gruesa chamarra contribuía a crear esa posibl

La ruta de la cebada, capítulo 1

de como el azteca praguense quiso dejar de ser un consumidor poco exigente y se lanzó en búsqueda de los misterios cerverceros de esta ciudad. Hastiado de enterarse siempre al último de cualquier evento o espectáculo de verdadero interés que se suscita en la ciudad, de la existencia (por regla general a pocos días de sus respectivas muertes) de cantantes y artistas al parecer celebérrimos, y sin que tenga mucho que ver al final lo dicho anteriormente, nuestro personaje ha decidido verse muy yuppi, no ir más lejos, no buscarle tres pies al gato, y centrarse en lo que tiene frente a las narices, en lo que se le va el dinero y lo que lo acompaña religiosamente día a día, el producto "kat'ecsoxin" por estos parajes y que al parecer -según la leyenda- aquí vio la luz a instancias de Radegast, el dios eslavo de la hospitalidad y la fertilidad: la chela pues (pivo por acá). ¿Y qué otra cosa podía hacerse con ella sino ingerirla a grandes cantidades? -se preguntaba nuestro azteca

Comentarios: "Los detectives salvajes" de Roberto Bolaño

Capítulo I: Mexicanos perdidos en México (1975). Antes que otra cosa: México. México como escenario de personajes desclasados. Ya en el título del capítulo percibo una tautología. Y entre todo ese mar de perdición, Bolaño toma una muestra, privilegia una clase. México, país de poetas. Desde la Colonia, los poetas (o poetastros) pululan por todas partes. Su número es ingente. Sin embargo, se caería en un error si se pensara que estamos ante un análisis del "lirismo mexicano", de sus estilos, de sus influencias... No, no es la disección de la poesía o del poeta de lo que aquí se trata. También en la poesía hay clases. También hay un edificio bien construido en donde no todos tienen cabida. Los "poetas" aquí retratados no son por supuesto los "oficiales", "la élite" (o los "achichincles de Paz" como afirma alguien en la novela), pero tampoco son la "contracultura", "lo alternativo", no, para esto también hay que entr