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Mostrando entradas de enero, 2010

Hoy ví a mi amigo, el poeta Luis Marín

Hoy ví a mi amigo, el poeta Luis Marín. Fue en mi viaje a bordo del autobús 213 con rumbo a Jižní Město, donde tenía mi casa. Mi amigo subió en Chodovska, si mal no recuerdo. Leía y no me percaté de su presencia hasta que instintivamente supe que alguien se acercaba a mi asiento. En ese momento, levanté la mirada y lo ví. Por una ráfaga de tiempo nuestros ojos se encontraron, pero de inmediato me dio la espalda y fue a sentarse a unos metros delante de mí. Era un hombre ya maduro, quizá llegando a la cincuentena. Lo reconocí por el bigote. Cuánto me sorprendió que aún gustara de llevar el pequeño bigote que hacía años acostumbraba dejarse, aunque no desde el principio, quiero decir en el momento en que lo conocí, sino pocos años después. Aún recuerdo las burlas con las que se refería a su doble apariencia, a su doble yo según se dejara ese trozo de vello sobre la nariz o se lo afeitara. Había subido de peso aunque también es cierto que la gruesa chamarra contribuía a crear esa posibl

La ruta de la cebada, capítulo 1

de como el azteca praguense quiso dejar de ser un consumidor poco exigente y se lanzó en búsqueda de los misterios cerverceros de esta ciudad. Hastiado de enterarse siempre al último de cualquier evento o espectáculo de verdadero interés que se suscita en la ciudad, de la existencia (por regla general a pocos días de sus respectivas muertes) de cantantes y artistas al parecer celebérrimos, y sin que tenga mucho que ver al final lo dicho anteriormente, nuestro personaje ha decidido verse muy yuppi, no ir más lejos, no buscarle tres pies al gato, y centrarse en lo que tiene frente a las narices, en lo que se le va el dinero y lo que lo acompaña religiosamente día a día, el producto "kat'ecsoxin" por estos parajes y que al parecer -según la leyenda- aquí vio la luz a instancias de Radegast, el dios eslavo de la hospitalidad y la fertilidad: la chela pues (pivo por acá). ¿Y qué otra cosa podía hacerse con ella sino ingerirla a grandes cantidades? -se preguntaba nuestro azteca

Comentarios: "Los detectives salvajes" de Roberto Bolaño

Capítulo I: Mexicanos perdidos en México (1975). Antes que otra cosa: México. México como escenario de personajes desclasados. Ya en el título del capítulo percibo una tautología. Y entre todo ese mar de perdición, Bolaño toma una muestra, privilegia una clase. México, país de poetas. Desde la Colonia, los poetas (o poetastros) pululan por todas partes. Su número es ingente. Sin embargo, se caería en un error si se pensara que estamos ante un análisis del "lirismo mexicano", de sus estilos, de sus influencias... No, no es la disección de la poesía o del poeta de lo que aquí se trata. También en la poesía hay clases. También hay un edificio bien construido en donde no todos tienen cabida. Los "poetas" aquí retratados no son por supuesto los "oficiales", "la élite" (o los "achichincles de Paz" como afirma alguien en la novela), pero tampoco son la "contracultura", "lo alternativo", no, para esto también hay que entr