Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2011

Onirógrafo- 23.05.09

Era el mío un esfuerzo sobrehumano y, a pesar todo, no conseguía quitarme el gigantesco velo de sombra que se cernía lentamente sobre mí. Podría jurar que la distancia entre el primer estruendoso choque de concreto y mis piernas que no cesaban de moverse fue de apenas unos cuantos pasos. Para cuando la mole de hormigón quedó sofocada bajo su propia nube de polvo y lanzado a diestra y siniestra infinidad de cristales como bomba de fragmentación yo me encontraba milagrosamente a salvo y contemplando el espectáculo con un profundo aire de suficiencia y un sentimiento de hondísima felicidad. El nubarrón permaneció encostrado por algún tiempo a mitad de la avenida y no contento con ello continuó engullendo el paisaje en derredor. Pero ¿por qué hablo de tiempo? Yo no tenía idea alguna de tiempo. El tiempo no existía. No veía a nadie en las cercanías salvo a un individuo que factiblemente había corrido con la misma suerte. Ahora medianamente llego a entender aquello que dicen sobre la parális