Sábado por la mañana. Extrañamente me levanto antes de las ocho rabiando de hambre. En el refrigerador pan, queso para untar, salami y tallos de cebolla cambray (lo importante acá son los tallos, no la cebolla: se pican y se colocan sobre el pan, el queso, el jamón...). ¿Salir a desayunar? Nada abierto fuera de cafeterías con confituras y pan dulce. La única que conozoco con alguna clase de desayuno, aunque americano, queda muy lejos. En todas partes la comida comienza hasta las 11 ó 12. De inmediato el recuerdo: las múltiples opciones mañaneras de la patria, desde las carnitas y la barbacoa hasta la cafetería-restaurante de variedad por llamarlo de alguna manera. En suma, que en la República Checa no hay cadenas tipo Vip's, Sanborns, Toks... no. Claro, las grandes cadenas están aquí: Mc'Donalds o KFC (Burger King apenas llegó el año pasado, presencié su llegada). Y es que estos países son tierras aún recien descubiertas por las colosales firmas. Ya hay muchas cosas acá, claro...