El último domingo no sabía qué hacer. Me sentía dentro de un completo encierro. La concentración no se afincaba en mi cerebro. No podía escribir, y no he podido desde entonces. Bajos esas circunstancias decidí salir. Busqué las famosas actividades culturales, y una ciudad como Praga debe tener a raudales. ¿Qué hubiera pensado Picasso? ¿Se habría imaginado que sus obras servirían de móvil para un tipo que sintiera claustrofobia en el apartamento de su mujer en Praga cien años después? De pintura nunca he podido hablar con lucidez. En realidad de casi nada. Sin embargo, lo más significativo de la jornada fue que me sentí profundamente cómodo dentro de los muros de la galería (otro prodigio en donde por lo general me gobierna el tedio). No sólo contemplé la serie "Les saltimbanques" de Pablo, me paseé también por la obra de algunos expresionistas y van Gogh. Por último, las "instalaciones", el arte-poema virtual (o como se llame), también me causó una impresión, digam...