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Reseñas deshilachadas: El boxeador polaco, de Eduardo Halfon

Luego de algunos años vuelvo con estas Reseñas Deshilachadas. Desde la última reseña, he leído muchos libros que habrían tenido un sitio en la línea que he intentado seguir aquí, pero la vida y la acedía que aquella ocasiona me lo han impedido. Ya tendré oportunidad de resarcirme. Recién termino "El boxeador polaco", de Eduardo Halfon, un libro de nueve cuentos donde el personaje central -con excepción, quizá, del que lleva el nombre de la colección (si bien también allí aparece)- siempre parece ser alguien al  que podríamos denominar "Halfon", según se deduce del primero de los cuentos. Poco me interesa identificar a este narrador-personaje con el autor de la colección. A ese efecto, me he abstenido de leer la contraportada, la cintilla o la sección final "sobre el autor". Mejor así. Lo primero que se me antoja expresar aquí es el asunto de los ambientes en los relatos: la vida universitaria, las aulas, en el caso de "Lejano", los bares en el ca
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Nosotros Checos, Tomáš Míka (versión anotada)

Publicado con el consentimiento del autor ¡La verdad prevalece! [1] Porque nosotros Checos somos avispados Porque nosotros Checos somos sacatones Porque nosotros Checos somos héroes sin temor y sin tacha [2] Porque nosotros Checos somos perseguidos por el destino A nosotros Chequitos nada nos toma por sorpresa Nos robamos hasta los calcetines [3] y todavía nos hace gracia A nosotros Checos nos da miedo contradecir a la autoridad Nosotros Checos le dimos al mundo el robot los lentes de contacto [4] Jan Amos los prácticos Škoda los pepinillos de Znojmo [5] Milan Kundera y muchos otros inventos sin los que hoy la humanidad volaría imperceptible en cazas invisibles despedazados por semtex [6] Somos el país de los Masaryk [7] Somos el país del maestro Jan [8] Somos el país oculto en cantinas de sótano de la ciudad de Tábor con el rosario atado a la muñeca [9] Nosotros Checos no somos gitanos polacos judíos Nosotros Checos somos Austriacuchos que habl

Nosotros Checos, Tomáš Míka

Publicado con el consentimiento del autor ¡La verdad prevalece! Porque nosotros Checos somos avispados Porque nosotros Checos somos sacatones Porque nosotros Checos somos héroes sin temor y sin tacha Porque nosotros Checos somos perseguidos por el destino A nosotros Chequitos nada nos toma por sorpresa Nos robamos hasta los calcetines y todavía nos hace gracia A nosotros Checos nos da miedo contradecir a la autoridad Nosotros Checos le dimos al mundo el robot los lentes de contacto Jan Amos los prácticos Škoda los pepinillos de Znojmo Milan Kundera y muchos otros inventos sin los que hoy la humanidad volaría imperceptible en cazas invisibles despedazados por semtex Somos el país de los Masaryk Somos el país del maestro Jan Somos el país oculto en cantinas de sótano de la ciudad de Tábor con el rosario atado a la muñeca Nosotros Checos no somos gitanos polacos judíos Nosotros Checos somos Austriacuchos que hablan checo En las calles de la

Seguimos jugando - Miloš Urban

–Espérate, ¿qué está pasando allí? –dijo Sylvie haciendo un alto. Se encontraban sobre el camino a las orillas del bosque y se pusieron a mirar en dirección a la quebrada. En ese lugar todo cubierto de hierba luchaban unos treinta muchachos. Tenían espadas de madera y palos con bolas de trapo o pelotas de tenis en las puntas. El equipo de los caballeros negros estaba robando unos caballos de paja del castillo de los rojos. Una cuerda tensada entre estacas hacía las veces de muralla. Los caballitos yacían en una pila vigilada por cuatro hombres armados. En las faldas del bosque estaban cuatro muchachas observando. En número eran menos que los muchachos y llevaban unos vestidos de colores que les llegaban hasta el suelo. –Los negros van a ganar –conjeturó Petr. –¿Entiendes de qué se trata? –preguntó Sylvie extrañada–. ¿Es algo así como teatro? –Es LARP. –¿Cómo dices? –Live action role-playing. Hay quien juega así. Es una especie de teatro que hacen para su propia diversión.

Un domingo candente, Zdeněk Svěrák

Cuando se escribe calor no es tan fuerte como cuando de verdad hace calor. La cabina cuadrada del Avia era un horno, y eso que era ya casi medianoche. El chofer Vojtěch Puklica iba con las dos ventanillas abajo pero el aire de afuera se sentía como si la noche tuviera calentura. Sólo en el momento en que la carretera ardiente entró en el bosque, sintió en el codo izquierdo un soplido agradable y frío. Ya no tenía ganas de beber el agua caliente de la botella de plástico. Se regodeaba con la idea de tomarse una cerveza en casa. Unas cervezas. A su mente venía la imagen de las botellas, la manera en que lo estarían esperando en el sótano de su casa y, al encender la luz, las corcholatas doradas resplandecerían con intensidad, coronadas sobre sus cuellos. Durante un rato estuvo haciendo girando la cabeza para no dormirse. Había tenido una semana pesada, que esta vez se había prolongado hasta el sábado. Hoy en día, el transportista privado tiene que cruzar el país como loco para salir