"El último rostro"
A mi juicio el relato más logrado de los tres. Este texto posee la virtud de combinar elementos históricos y ficticios; o, mejor dicho, crear, a partir de una referencia histórica (Simón Bolívar), una fabulación inusitada. No creo que abunden ejemplos similares al de este cuento de Mutis dentro de la literatura latinoamericana, en cuyos países se tiende más bien a deificar a los héroes nacionales que a cuestionarlos, y menos aún, a atribuirles sentimientos e ideas en desacuerdo al discurso "oficial" posterior. La sola caracterización del personaje, por lo demás muy bien realizada en lo fisiognómico (Por el rostro le cruzan vagas sombras. Una expresión de alivio borra las arrugas de la frente. Suaviza las comisuras de los labios. Casi sonríe.), ubicada en el momento inmediatamente anterior a su muerte, cuando ya han pasado los tiempos de guerra y de construcción de las nacientes repúblicas, cuando se encuentra oculto, casi en fuga, repudiado por muchos de sus antiguos correligionarios, es ya un elemento muy destacado. Lo es más aún el uso de la Prolepsis, que bien notó Perla. No sorprende asistir a la instauración de Bolívar como profeta en su propia tierra, pero sí es inesperado, por un lado, el fatalismo y la melancolía con que el Libertador se expresa sobre lo que vendrá para las naciones americanas; y, por el otro, la certidumbre que tiene ante el futuro próspero de Europa -personificada por Napierski-, pese a las sangrientas luchas que ha sobrevivido y que aún habrá de librar.
En efecto, Bolívar cobra conciencia de la inutilidad de su empresa. Se coloca en la base de aquellos que se dan cuenta, a posteriori, que la batalla contra el clima, ese elemento caótico que frustra cualquier proceder de la razón "europea", o contra la mezquindad de los ubicuos traidores -los más "sinuosos"-, está indefectiblemente perdida.
Me parece evidente el interés del autor por contraponer a "individuos" por un lado, y al medio, el resto de los hombres por el otro. En los tres relatos se destaca a un hombre -Bolívar, Alar y Sharaya-, se le hace poseedor de una sabiduría que está vedada a los demás, de una austeridad que, al menos en los dos primeros casos, los convierte en personajes muy queridos para sus más allegados. Pero si bien estos personajes suscitan simpatía en el lector, me parece que su caracterización intenta mostrar también que es aquí, en este aspecto, donde puede cifrarse en buena medida el fracaso de los pueblos latinoamericanos. Mutis acaso vea una penosa condena en el hecho de que sólo por medio del caudillo es como los pueblos son conducidos a realizar las aspiraciones que quizá no sean las suyas, sino sólo los ideales personales que el líder proyecta para su grey.
Me parece evidente el interés del autor por contraponer a "individuos" por un lado, y al medio, el resto de los hombres por el otro. En los tres relatos se destaca a un hombre -Bolívar, Alar y Sharaya-, se le hace poseedor de una sabiduría que está vedada a los demás, de una austeridad que, al menos en los dos primeros casos, los convierte en personajes muy queridos para sus más allegados. Pero si bien estos personajes suscitan simpatía en el lector, me parece que su caracterización intenta mostrar también que es aquí, en este aspecto, donde puede cifrarse en buena medida el fracaso de los pueblos latinoamericanos. Mutis acaso vea una penosa condena en el hecho de que sólo por medio del caudillo es como los pueblos son conducidos a realizar las aspiraciones que quizá no sean las suyas, sino sólo los ideales personales que el líder proyecta para su grey.
"La muerte del Estratega"
Si algún cometario más o menos significativo puedo hacer de este cuento, creo que sería la mención de un elemento que quizá podría compartir con el primer cuento, y que quizá no esté tan claro en el último: el momento crucial de la caída definitiva del personaje central, porque es ahí donde se produce una especie de "epifanía" en la que el personaje cobra conciencia de su existir, por la que encuentra una razón o una confirmación a su vida misma. Al menos este parece ser el caso de Alar el Estratega, quien parece encontrar dicha razón en la convivencia con otro ser -una mujer-, justo en el momento mismo de la muerte, razón que por otro lado parecía estar esperando con serenidad a lo largo de toda su vida, preparándola por medio de una vida sobria reflexiva. Por otro lado, tal resolución me parece bastante chafa.
"Sharaya"
Al imaginar la figura del personaje de este cuento, me ha venido a la mente la cuarta estrofa del canto cuarto de los "Cantos de Maldoror": el "engendro" de cuatro siglos. Aunque quizá exista un mayor número de diferencias entre ambos personajes, me parece que al menos en los dos casos no sólo se ha producido un cambio en la apariencia, sino también en el ánimo de los seres. El hombre metamorfoseado de Lautréamont es un ser "que es probable que haya nacido bueno", pero que la maldad y la corrupción humana lo han transformado. Por su parte, a Sharaya "bien poco quedaba... de forma humana", luego de que mucho tiempo atrás había llegado al pueblo con un semblante mucho muy distinto, bríoso y locuaz. En un caso, la maldad humana crean un ser vengativo; en el otro, acaso la miseria y la falta de redención van mermando la esperanza del "santón", que la instala más bien en un orden ajeno.
Por lo demás, puede entenderse la predilección de Mutis por los nombres rimbombantes -Alar, Sharaya, entre otros- y la ambientación de las historias en tiempos pseudo-históricos o imaginarios, pero no me parece que sean factores determinantes al final, al momento de intentar una interpretación del cuento. A lo más, acaso pueda verse aquí que Mutis esgrima la idea de Carlyle de que la historia la construyen los grande hombres, como puede comprobarse por lo dicho arriba sobre la exaltación de que es objeto el "individuo".
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