Desde Praga (donde curiosamente he encontrado una biblioteca "Carlos Fuentes") me he sumado de forma un tanto tardía a los festejos por los aniversarios respectivos del autor Fuentes y su primera "magna" obra: "La región..." Consigno sólo algunos comentarios sobre la obra. La novela me complació, en ocasiones me deleitó (que es un poco más). Las reflexiones -sugiero hondísimas- del escritor sobre la psique del mexicano y sus asuntos acaso sean lo más sobresaliente. Su habilidad para plasmar dichas elucubraciones es cosa aparte, es muy grande. Acerca de los recursos formales de la novela, muchos -la mayoría- son atractivos, pero se me antojan insostenibles, sobre todo hoy en día, como mecanismos para la construcción de una obra en la actualidad. Me explico. Me parecen muchos de ellos recursos "cinematográficos". Deja en claro el propio Fuentes que la casi totalidad de dichos recursos son tomados de las obras de John Dos Passos, Faulkner o Joyce, a manera de agradecimiento. Tendrá razón, pero también parece indudable que el cine -al menos desde mi perspectiva de posmoderno- lo influye en alguna medida. Como sea, si Fuentes los tomó del cine, o el cine de la literatura, y quizá sancionados positivamente en su momento, ahora sostengo que ya no podrían tener la misma fuerza, la misma resistencia si fueran incluidos en alguna obra, ya no son novedosos, pues. Eso me parece importante. Pienso en algún ejemplo, muy empleado en la novela de Fuentes: el paso que supone la descripción de los pensamientos o recuerdos de un personaje al final de un capítulo, a la narración de esos recuerdos propiamente. Está bien el recurso, pero a mí no me convence. Tampoco me siento muy cómodo con el intercalamiento de partes -parlamentos- dichas y pensadas dentro del relato. Está claro que Fuentes -creo- busca la confusión del lector, pero en ocasiones, para efectos de la "realidad" de la escena, no parecen ayudar del todo o resultar convincentes. Quiero decir que si se quitasen los parlamentos "pensados", el diálogo "real" entre los personajes no se realizaría, no habría, pues lo que lo sostiene son los pensamientos de uno de los hablantes. Y entonces la escena resulta un tanto absurda (me imagino a los dos personajes en silencio, contemplándose, y sólo en vez en vez diciendo algo). No parece efectivo poner a dos sujetos, uno frente al otro, para sólo observar los pensamientos, casi siempre, de uno de ellos.
Por último, el lirismo. Sorprende y yo quedo absorto al observar la dimensión poética de la novela. Se me antoja titánica la creación de esta obra, sólo por ese elemento que menciono. Las figuras literarias, retóricas, pues, son innumerables, y por tanto un poco excesivas.
Pienso ahora en "Al filo del agua", otra gran novela mexicana. Quizá sean más las diferencias que las similitudes entre ambas obras, pero ahora recuerdo ese "estudio individual", psicológico que motiva la división de los capítulos en la de Yanez, y que precisamente llevaba como encabezado el nombre de uno de los caracteres. Lo mismo Fuentes, claro. Otra cosa más, sostengo que el lirismo, con todo, es mayor en Yanez, más contundente. A mí me gusta más.
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