Ahora a buscar que no nos toque Argentina. Evitarlos a toda costa. Vencer a Uruguay. ¡Katerina! Katerina como idea, Katerina como imagen, Katerina como concepto. ¡Vaya! Hasta que nos tocó una. Digo, nunca ganamos. Está bien, no hay que sentirse mal por esos franceses. Sentir la cercanía, marcar el territorio con el resto de la manada de franchutes alrededor de la mesa, ésta es mía señores. El gol como abrazo catártico, las bromas bienvenidas, la mano acariciando la pierna recién afeitada. Saberse con la puerta abierta, la oportunidad de llegar hasta donde nadie ha llegado nunca. Katerina y su mirada seria, aprobatoria. ¿De aquí al amor qué distancia queda por recorrer? Me aventuro a decir que he llegado a mi destino.
En una de mis visitas cotidianas al Instituto Cervantes de Praga me encontré hace algunos meses una nota en el tablero de anuncios invitando al público a una tertulia literaria. Se prometía la asistencia de Samanta Schweblin, la "reina del cuento fantástico del Río de la Plata". Nunca había oído el nombre y el eslogan me pareció desmesurado, rayando en lo blasfemo. Por una razón u otra no asistí al evento, pero poco después un amigo me facilitó el libro, cuya traducción checa era el motivo del convite literario en la feria de Holešovice, que ahora me propongo comentar. Vamos de nuevo, ¿ qué carajos es la literatura fantástica? Cito a wikipedia, que cita a Todorov: "En la clásica Introducción a la literatura fantástica, Tzvetan Todorov definió lo fantástico como un momento de duda de un personaje de ficción y del lector implícito de un texto, compartido empáticamente. Los límites de la ficción fantástica estarían marcados, entonces, por el amplio espacio de lo m
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