Catecismo frecuente de este tecleador, cuya lectura le ha provisto de una escama protectora contra esta maraña "que se proclama mundo", el texto que sigue es una nítida muestra de lo que se denomina "cortaziano". No deja de sorprenderme. La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso por la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero "Hotel de Belgique" . Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en cuyo centro tomamos café con leche y abrimos el diario para saber lo que ocurrió en cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negarse a que el acto delicado de girar el picaporte, ese acto por el cual tod...
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