Ir al contenido principal

¿Cuál sería la opinión de Picasso?

El último domingo no sabía qué hacer. Me sentía dentro de un completo encierro. La concentración no se afincaba en mi cerebro. No podía escribir, y no he podido desde entonces. Bajos esas circunstancias decidí salir. Busqué las famosas actividades culturales, y una ciudad como Praga debe tener a raudales. ¿Qué hubiera pensado Picasso? ¿Se habría imaginado que sus obras servirían de móvil para un tipo que sintiera claustrofobia en el apartamento de su mujer en Praga cien años después? De pintura nunca he podido hablar con lucidez. En realidad de casi nada. Sin embargo, lo más significativo de la jornada fue que me sentí profundamente cómodo dentro de los muros de la galería (otro prodigio en donde por lo general me gobierna el tedio). No sólo contemplé la serie "Les saltimbanques" de Pablo, me paseé también por la obra de algunos expresionistas y van Gogh. Por último, las "instalaciones", el arte-poema virtual (o como se llame), también me causó una impresión, digamos, positiva. No me interesa discutir si deben llevar estas piezas el sagrado nombre. Algunas atrajeron mi atención por varios minutos; otras me hicieron sonreir y me pregunté qué estaban haciendo ahí. Hay límites, hay que ponerse serios de vez en cuando. Picasso -pongo un nombre incontestable- podrá gustar o no, pero no hay duda de que lo que creó lo dictó el genio. A las instalaciones y demás las motivo un simple chispazo de gracia y unas gotitas de creatividad, ingenio a lo más.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Nosotros los Checos, Tomáš Míka (versión anotada)

Publicado con el consentimiento del autor ¡La verdad prevalezca! [1] Porque nosotros los Checos somos avispados Porque nosotros los Checos somos sacatones Porque nosotros los Checos somos héroes sin temor y sin tacha [2] Porque nosotros los Checos somos perseguidos por el destino A nosotros los Chequitos nada nos toma por sorpresa Nos robamos hasta los calcetines [3] y todavía nos hace gracia A nosotros los Checos nos da miedo contradecir a la autoridad Nosotros los Checos le dimos al mundo el robot los lentes de contacto [4] Jan Amos los prácticos Škoda los pepinillos de Znojmo [5] Milan Kundera y muchos otros inventos sin los que hoy la humanidad volaría imperceptible en cazas invisibles despedazados por semtex [6] Somos el país de los Masaryk [7] Somos el país del maestro Jan [8] Somos el país oculto en cantinas de sótano de la ciudad de Tábor con el rosario atado a la muñeca [9] Nosotros los Checos no somos gitanos polacos judíos Nosotros lo...

Reseñas deshilachadas: El boxeador polaco, de Eduardo Halfon

Luego de algunos años vuelvo con estas Reseñas Deshilachadas. Desde la última reseña, he leído muchos libros que habrían tenido un sitio en la línea que he intentado seguir aquí, pero la vida y la acedía que aquella ocasiona me lo han impedido. Ya tendré oportunidad de resarcirme. Recién termino "El boxeador polaco", de Eduardo Halfon, un libro de nueve cuentos donde el personaje central -con excepción, quizá, del que lleva el nombre de la colección (si bien también allí aparece)- siempre parece ser alguien al  que podríamos denominar "Halfon", según se deduce del primero de los cuentos. Poco me interesa identificar a este narrador-personaje con el autor de la colección. A ese efecto, me he abstenido de leer la contraportada, la cintilla o la sección final "sobre el autor". Mejor así. Lo primero que se me antoja expresar aquí es el asunto de los ambientes en los relatos: la vida universitaria, las aulas, en el caso de "Lejano", los bares en el ca...

Historias de cronopios y de famas / Manual de instrucciones - Prólogo, por Julio Cortázar

Catecismo frecuente de este tecleador, cuya lectura le ha provisto de una escama protectora contra esta maraña "que se proclama mundo", el texto que sigue es una nítida muestra de lo que se denomina "cortaziano". No deja de sorprenderme. La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso por la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero "Hotel de Belgique" . Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en cuyo centro tomamos café con leche y abrimos el diario para saber lo que ocurrió en cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negarse a que el acto delicado de girar el picaporte, ese acto por el cual tod...