Todos se lo meten a la boca, lo muerden, lo mastican, lo remuelen, aparentan degustarlo (es un deleite, se sienten fascinados); pocos, sin embargo, lo digieren. Sí, así me represento el bolo de palabras que le veo vomitar a una ingente cantidad de almas en esta ciudad -presumiblemente en todo el mundo, pero seamos modestos en nuestras miras- cuando pretenden hablar inglés. !Qué engendro de acentos¡ !Qué de tartamudeos, vacilaciones, balbuceos¡ No hay lugar en Praga donde no se escuche ese acento chillón, jálameloshuevos de inglés yanqui o el mamón británico.
Si digo que hablar lenguas extranjeras está de moda en Praga, no digo nada. Todo lo está y en todos lados. Pero aquí, de toda esa lenta y a la vez estrepitosa carrera por adquirir el dominio sobre un idioma, el mandón sigue siendo es el inglés (mal que me pese). Primero por el turismo, claro, lengua planetaria, "es para entenderse dondequiera que uno vaya", bla, bla, bla... de eso ya he tenido suficiente. Segundo, por el tópico del inglés como la puerta al mundo del éxito. Desde la escuela, por supuesto, pasando por el bachillerato y hasta llegar a la universidad todos tienen su embarradita, lo cual no es suficiente como lo demuestra el hecho de que cuando se necesita de veras, resulta que no se sabe. Por ello la proliferación de escuelas de idiomas, los cursos privados (las mesas de los cafés de Praga se vuelven a ciertas horas en verdaderos cubículos de enseñanza), etc. Y a pesar de las posibles carestías, entre los checos y nosotros hay una buen trecho. Acá sí hay un buen número de personas que se defienden -nosotros damos pena hablando el mentado idioma.
Pero a lo que iba. Grupos de conversación en inglés (nativo y checo, checo y checo) por todos lados, guías privadas a turistas de naciones anglófonas u otras, transacciones comerciales con extranjeros, lengua de oficina, camareros y empleados de otros servicios que te abordan con el inglés en la boca, en fin, el inglés está en todas partes. Se dice y se dice bien (aunque con sus asegunes) que se puede vivir en Praga sin saber una palabra de checo (fuera de "ahoj", "dobrý den" y "pivo").
Otro elemento no menor, tercer punto creo: a los checos les encanta el inglés. Manejarlo es símbolo de cosmopolitismo, es pertenencia a fronteras más vastas. Y con el idioma toda la cultura que conlleva. Lo mismo que nosotros, sólo que ellos lo tienen desde hace relativamente poco tiempo. Las generaciones más vetustas lo desconocen casi totalmente.
¿Pero cuál es mi real pedo en todo esto? Afirmar que se posee un idioma, el inglés en nuestro caso, cuando no es así. Sí, está bien, hay quien lo habla pulcramente, pero es un porcentaje menor. Además ¿Qué va del lenguaje de una aseguradora o a un cuento de Stevenson? En fin, a lo mejor es la envidia que me corroe la que me lleva a discurrir estas pseudodisquisiciones.
Comentarios