Cuellos descubiertos, chaquetas ligeras y abiertas, y para los audaces y desesperados de plano shorts, faldas y blusas sin mangas... de poquito en poquito y como no queriendo va entrando la primavera por un camino más bien otoñal: lluvias ligeras y un frío que para un mexicano a veces también cala, pero que ya ni de cerca le llega a las nevadas invernales. Y sin embargo, es esquiva, no se da toda y sólo a ratos nos ofrece un sol esplendoroso y un clima tan cálido que a todos les pone un semblante más bien animado. Por lo demás, lo gris aún se impone... no por mucho tiempo. Con todo, está claro que una nueva etapa comienza y las verdades que yo siempre tuve encuadradas en las monografías de papelería aquí se hacen tangibles, el ciclo se repite y con él se respira regeneración por doquier y se tiene la impresión de que la última primavera ha quedado tan lejana, de que la vida es tan larga, de que nada permanece, de que todo se agita.
¿Cuál es mi saldo del invierno una vez que el último resto de lo que parecían todavía hasta hace unos días bloques indestructibles de hielo se ha desvanecido? Un frío descomunal y perenne que aún me tiene entumecidos los huesos, el recuerdo de innúmeros dolores de gárganta, fiebres leves más o menos periódicas y un desánimo intrínseco durante las tardes heladas y oscuras (dato: durante el invierno el tiempo de luz es de las 8am a las 4pm) que, como el hielo, poco a poco se va desvaneciendo (no, el otro, el mío, el desánimo innato, ese perdurará siempre). ¿La duración del invierno? Desde mediados de octubre hasta finales de marzo, según yo, cuando cayó la última nevada. Échenle lápiz. Cinco, cinco meses y medio de frío: de octubre hasta las primeras nevadas en diciembre más o menos tolerable y luego las espantosas heladas de finales de diciembre (hubo Navidad blanca este año, ¡Todo un acontecimiento!) hasta febrero. (No por nada denominan en checo al mes de enero "Leden" - de "led", "hielo" o séase el mes del hielo. Otro dato: durante enero sólo hubo tres horas efectivas de sol, sí, ¡3 horas en 744 que duró el mes!.)
Otros saldos:
Lo mejor del invierno:
- ir a las regiones boscosas y practicar el esquí a campo traviesa, y una vez se ha logrado llegar a la mitad del camino (no sin haber embarrado el rostro en la nieve un sinfín de ocasiones), hacer una parada en las tradicionales tabernas de montaña, diminutas, de madera, las paredes adosadas con botellas de tintos y blancos y beber algún grog o un svarak caliente.
- el paisaje blanco en tejados, prados y montañas. Incomparable.
- quemarte las manos al contacto con un trozo de nieve - y lanzárselo a alguien
Lo peor del invierno:
- desenterrar un coche, ponerlo en marcha e incorporarlo a un eje vial. Toda una aventura
- esperar cinco, diez o más minutos en la parada del tranvía o autobus. El congelamiento es inmediato
- Echarse encima cada vez que uno sale de algún lugar las quince prendas que se traen para aminorar el frío; en mi caso, mi indumentaria habitual era: Ropa interior (camiseta, calzón y calcetines), pantaloncillos térmicos, pantalones, playera o camisa, suéter, chamarra o abrigo, botas y, si de plano estaba cañón, gorro, bufanda y guantes.
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