Praga es una pequeña ciudad (cualquiera lo es si se la compara con la urbe tenochca) de poco más de un 1 millón de habitantes. Ubicada en la región de Bohemia -Moravia en el sur, colindante con Austria y Eslovaquia, y Silesia en el este, limitando con Polonia, son las otras dos-, Praga es la capital y la más grande del país. Éste posee sólo 10 millones y medio de almas y ese dato por sí solo puede dar la idea del cambio que esto representa para la existencia de un chilango atribulado, acostumbrado a abrirse paso entre las multitudes.
Praga es sus paisajes: el río Vltava (Moldava) que parte la ciudad, sus puentes, entre ellos el famosísimo Karluv Most (Puente de Carlos), elaborado en piedra y con 650 años encima, se escucha que es el puente más bello de Europa. Por supuesto, no puede faltar en un breve recuento la gigantesca catedral de san Vito en el punto más alto de la ciudad. A dondequiera que se mire se verá la omnipresente construcción.
El transporte praguense
La ciudad posee sólo 3 líneas de metro; en cambio, una extensa red de tranvías y autobuses. En términos generales el servicio del transporte es muy eficiente. Pero del metro, por ejemplo, yo resalto la convivencia exquisita de trenes viejos y modernos, la sorprendente aglomeración de personas en los vagones (yo imaginé menos gente; con todo aún dista muchísimo, hay un abismo infinito, entre esto e Indios Verdes o Pino Suárez a "horas pico") y los forros -¡Dios bendito!- que se pueden admirar ahí. No puedo dejar de señalar tampoco una característica que es diametralmente opuesta a la del Defectuoso (y que por lo demás comparten casi todos los países de Europa): aquí en Praga cualquier persona emplea el metro, no lo considera "bajo" o "corriente" (o "de nacos" para hablar en un lenguaje más familiar) y valora las virtudes que el metro posee por sobre el auto. Es de verdad una pena ver en el metro defequense sólo a la clase más baja (y sin ofender, yo mismo he sido asiduo usuario por años, me refiero simplemente a la clase trabajadora, a la de los bajos salarios), sin mencionar que acá no abordan el tren vendedores de ninguna clase o "artistas" ambulantes. (Me pregunto cuál sería la reacción de un checo promedio si de súbito subiera al tren un joven flácido, untado de hollín, mirada perdida, con hedor a gasolina, y se quitara la camiseta y comenzara a restregar su espalda y pies sobre trozos de vidrio colocados en el suelo. Sería en verdad algo digno de ver.)
Algo de lo que están especialmente orgullosos los praguenses es del excelente servicio de autobuses nocturnos. Se puede andar por las calles a cualquier hora de la madrugada, haber ingerido altas cantidades de alcohol (porque si se bebe y se conduce, y se es sorprendido por algún oficial, las multas son muy severas, y no hay ningún "nos arreglamos aquí poli" o "écheme la mano" posible), y aún así poder abordar el autobús que ha de llevar al hogar. Claro, a este buen servicio corresponden unas tarifas que a un chilango común le parecerán elevadas (a este tecleador esto le despierta el añejo sentimiento de la codez). 26 coronas es el precio por un boleto normal (= 19 pesos), y con él se puede abordar cualquiera de las tres modalidades de transporte por un periodo de 75 minutos. Para los mismos checos esto es caro, por lo que es recomendable tener el "boleto mensual" o el "trimestral" (este tecleador ya tiene el suyo, ¡claro! mensual porque el otro está carísimo) por la estrepitosa cantidad de 550 C. (=400 pesos mes) o 750 C. (= 550 pesos 3 meses). Claro, se paga por un servicio que le retribuye algo valioso al ciudadano. El autobús -salvo rarísimas ocasiones- llega puntual a la estación (nada como la conocida puntualidad alemana), se detiene por completo, no trae en un estira y afloja a los pasajeros, el conductor no trae "su" música, no viene echando desmadre, y un kilométrico etcétera.
Cosa curiosísima para este humilde testigo inmigrante de la vida praguense es que no hay torniquetes en el metro, y al tranvía y autobús se puede subir libremente. Eso sí, de vez en cuando abordan oficiales a los vagones, o bien en los andenes y solicitan el boleto. Es cosa de suerte y un poco de honestidad. (Sólo he visto una vez que alguien no lo tenía y debió pagar 700 C. ¡Chin! Pero seguro hay mucho cabrón que no lo tiene.)
La población de la República Checa
Hoy, 28 de octubre, es un día importante en estas tierras. Se recuerda porque hace 90 años (en 1918) se erigió por primera vez la nación checoslovaca, completamente soberana. Claro, después vendrían sucesos adversos para este país -la invasión y ocupación nazi de 1938 a 1945, y por si no fuera suficiente la invasión y ocupación rusa (el comunismo, pues), de 1968 a 1991-, pero al menos en ese año de 1918 se terminaban 300 años de dominación sobre los pueblos checo y eslovaco, primero de parte del llamado Sacro Imperio Romano y luego del Imperio Austro-Húngaro.
Me pregunto si esta clase de convulsiones no serán las que hacen que un país cobre real conciencia de su identidad y su nacionalidad, y lo impulsen hacia el mejoramiento de su nación. Siempre he pensado que nuestro desvencijado país es precisamente eso lo que necesita, aventuras turbulentas que lo saquen de la somnolencia en la que se encuentra. Como dijo alguna vez, creo que Ikram Antaki, México, el país donde nunca pasa nada.
En fin, pero yo quería hablar de la población acá. Pues la mayoría, claro, son blanquecinos checos, se habla del casi 94 %. Después yo veo muchísimos orientales. Me dicen que casi todos vinieron de Vietnam en los años 70 y que ahora ya están más o menos acoplados aquí, aunque no se crea que a los checos les da mucho gusto su presencia. Los vietnamitas son comerciantes. Se les ve vendiendo frutas y verduras, tienen sus tienditas como las del tipo de "la esquina" en México, y cosas que a falta de otro nombre puede llamarse "fayuka". Es gracioso mirar en ciertos puntos de Praga u otras ciudades esos pequeños tianguis con lonas negras, donde se puede encontrar de todo, muchas baratijas incluidas. Muchos checos, la voz popular, tilda a los vietnamitas y mongoles (hay como 6 mil de esos también) de usureros, careros y tramposos. Si te dejas, te venden algo mucho más caro de lo que es. Yo sólo le compre a alguno un día una calabaza. Mi mujer no les compra nunca, ni por error.
Hay otros pueblos de raza blanca aquí, pero yo aún no los puedo distinguir de los checos. Pero ellos los distinguen muy bien, claro. Hay muchos ucranianos (más de 100 mil), eslovacos, rusos y polacos -en ese orden. La República Checa se considera el país más rico y fuerte de "la Europa del Este", por eso gente de todos estos países emigra hacia acá. Muchos de estos hombres son, sobre todo, mano de obra más o menos barata. Son los mojados, pues. Para el padrastro de mi mujer trabajan algunos de ellos. Insisto, para mí son casi idénticos en cuanto a la fisonomía.
Por último, voy a hablar del grupo más despreciado aquí; ni más ni menos que de los gitanos. Ese grupo que quién sabe de dónde vino, y que sin embargo tienen en Europa y después en otros lados ya muchos siglos. En general, ningún checo los tiene en ninguna estimación. Los gitanos son tachados de perezosos, irresponsables, parásitos sociales, p' acabar pronto. Se dice que sólo se atienen a las pensiones del gobierno (lo que la Izquierda checa usa en su favor para obtener más votos en las elecciones) y no se interesan por nada más. Los gitanos tienen los barrios más feos y descuidados que puedan verse aquí, incluso diría que más feos que los peores barrios del D.F. El peor es el de Hanov (este barrio no está en Praga). Sólo lo he visto en fotografías, pues según aseguran es peligroso entrar en ese muladar. A mí, por mi parte, me da curiosidad visitar esos andurriales, pero también me da frío.
Los gitanos son físicamente, la verdad, la verdad, muy parecidos a muchos de los descendientes de indígenas en México (digo, todos somos descendientes, pero me refiero a aquellos bajitos, muy morenos, con mayor número de rasgos "indígenas": los nacos, pues, jajaja. A mí mismo me han dicho "machu-picchu" en el metro, pero hablo de ésos que luego fungen como albañiles en las construcciones, como conductores de micros, etc., los que Cortázar llamaría los "monstruos"). Se les ve en la calle, en nutridos grupos, muy cercanos unos a otros, cuchicheando, riendo de todo (como los de México. "Amentes" les hubiera dicho algún misionero de la Conquista). Sus ropas contrastan claramente con la usada por los demás. De verdad, es muy entretenido mirar esa conjunción de hombres blancos de 1.90 y mujeres de 1.80, vietnamitas de 1.50 y gitanos de igual tamaño, pero distinta complexión y color. Es muy, muy difícil ver grupos "mezclados"; es decir, ver checos y vietnamitas, o checo y gitanos juntos, imposible. Quizá algunos niños vietnamitas con algunos checos, es todo. Siempre los de misma raza y color, juntos. Por eso, siempre nos miran con total azoro algunos, otros con cierta extrañeza o atracción, otros de plano con desprecio, a nosotros, la blanca y el verde azteca.
A mí mismo me da harto miedo y pesar ser confundido con "gitano", pero ya algunos me han asegurado que no, que yo parezco "de otro lado". Yo mismo no creo parecerme a los gitanos, pero no sé como me vea el checo promedio, quizá como el "latino cachondo" típico, más bien.
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