Reseñas deshilachadas: "Inconvenientes del turismo en Praga y otros cuentos europeos", de Mario Martín Gijón, editorial KRK.
En primer lugar: la originalidad. En mi escasa vida de lector nunca me había encontrado un autor joven en español que diera voz a personajes tan disímbolos, desde un maestro exguerrillero hasta una mujer de la calle y un gay, pasando por hombres y mujeres de avanzada edad, y que los ubicara en sitios tan distintos dentro de la aldea europea como Hamburgo, Buggiba o Cracovia, mirando así hacia donde le cuesta mirar a una gran cantidad de escritores de habla hispana: hacia afuera del terruño. Por lo demás y considerándolo mejor, Gijón no hace más que seguir una tendencia que parece que ha comenzado a contagiar desde hace unos pocos años a algunos escritores de habla hispana, y no siempre con resultados tan halagüeños. Está bien mirar hacia afuera, pero no lo está tanto querer mirar por mirar y canalizar todo el talento al ansia de incorporarse a la globalidad, diluyendo de esa forma, muy probablemente, algo que, aunque suene a antediluviano, es muy importante: la identidad. No es el caso de Gijón.
De sus relatos me atrapó la variedad de personajes, unos mejor delineados que otros, pero todos muy consistentes, y me cautivó el medio en el que se ven envueltos y que los determina: el maestro exguerrillero exiliado en Francia, el hombre maduro que vuelve a Lisboa a recomponer su pasado, el viejo turista inglés metido sin saber bien por qué en una playa de Malta, el choque del viejo artista checo, exmilitante del partido, y una pareja de turistas españoles, el maestro gay en una retirada aldea francesa que cree encontrar el amor a través de su blog virtual, la chica rebelde en Oxford, la meretriz indigente rumana buscando al amor de su vida entre Frankfurt y Hamburgo, y la vieja polaca en Cracovia, la única que parece ignorar en lo que se ha convertido su hija. Cada uno de estos destinos está muy bien contado, la voces bien diferenciadas, aunque se lamenta que no todos los relatos sean tan sólidos, sobre todo se caen un poco los del final.
Me atrapa singularmente la adjetivación. En ocasiones me parece desmedida, pero en la mayoría es conveniente, precisa.
Me agrada lo posmoderno de los relatos, sin explayarse, aplicando dosis moderadas pero efectivas. De esa forma, las nuevas tecnologías, internet, las nuevas formas de comunicación, los blogs, facebook, las tendencias musicales más recientes, the killers, etc., hacen su aparición sin bombo y platillo, sino que su entrada es imperceptible, tranquila.
Gijón juega con el tópico cervantino. Él no es más que el traductor de esos escritos, nos dice por las notas regadas en algunas páginas del libro, textos elaborados, por supuesto, por autores pertenecientes a los países mencionados. Más allá del recurso, el autor da muestras de un fuerte conocimiento y compenetración con las tierras descritas y las mentalidades de sus personajes. Un gran acierto del libro. Por ejemplo, de nuestro interés es el perfil del artista comunista checo. El autor revela una gran destreza, está claro que no desconoce el pasado y la psicología de los afectados por tan traumático periodo. Tranquilamente uno podría decir que está en presencia de alguna traducción de Klima o Hrabal.
Es un buen intento por conseguir algo que para nada resulta sencillo. Podrían criticársele las aproximaciones, las fallas a la hora de acercarse a la mentalidad de otras latitudes europeas, pero la acometida ahí está y yo la aplaudo.
Comentarios