Recién termino "Gottland" de Szczygiel (no he encontrado a ningún no polaco que pudiera pronunciar el nombre), y quedo con un agradable sabor de boca. De inicio subrayo dos aspectos, uno al interior y el otro al exterior de la obra: el recurso del autor a lo exclusivamente real sin que el lector eche de menos lo ficcional (es más, en muchos tramos del libro da la impresión de estar ante la pura ficción), y la recepción tan positiva en Europa de un libro con tema "periférico" (un polaco que escribe sobre la República Checa). El primer aspecto es notable. Me explico: el autor llama reportajes a sus textos. En efecto, se trata de investigaciones (al parecer publicadas en uno de los diarios de mayor tirada en Polonia) sobre aspectos importantes, unos, curiosos aunque menos conocidos, los otros, de la historia checoslovaca del siglo XX. Lo que cuenta Szczygiel es real, pero algo hace que las historias cobren un tinte fabuloso, ficticio. ¿Se trata sólo de la materia elegida por el autor? ¿Son esas historias valiosas en sí mismas o el autor tiene algo que ver? Por supuesto que la injerencia del autor es fundamental, él ha indagado, él ha recortado aquí, pegado allá, ha confeccionado todo el cuadro, pero uno no puede dejar de pensar que el material es genial de por sí.
Hay historias medulares en el libro, que inmediatamente se roban la atención del lector: sin ir más lejos, la primera, la épica historia de la dinastía zapatera de los Baťa, desde los orígenes, pasando por las grandes ensoñaciones del primer Baťa, como trasladar a toda Checoslovaquia a Brasil, a fin de evitar una desastrosa confrontación con los nazis (Por supuesto, esto no ocurrió pero la huella de Baťa permanece en algunos topónimos del país amazónico), o cambiar el nombre de la ciudad de Zlín por la de Gottwaldov, etc, hasta el engrandecimiento del consorcio a escala planetaria por el segundo Baťa.
Otro caso es "Prueba de amor", acaso el mejor relato de toda la obra, la increíble historia del amor/desamor entre el pueblo checoslovaco y el monumento más grande del mundo erigido a Stalin en Praga, su planeación, el misterioso suicidio del escultor antes de su obra fuera develada y, después, el arrepentimiento y la manera de derribar el monumento, en principio planeado para que durara "toda la eternidad". El autor señala reiteradamente lo nebuloso del caso, la escasa información, el secreto que envolvió (y envuelve) todo el episodio.
Otro historia neurálgica es la tragedia de Lida Baarová, la actriz que tuvo por destino ser objeto, primero, de la mirada libidinosa de Hitler (a ojos de éste, la Baarová sólo tenía un defecto: era checa. En un breve diálogo Hitler le pregunta: -¿Querría ser alemana? -Soy checa, ¿Le molesta? -replica ella. -No, pero me complacería que fuera alemana), y luego de la pasión del Dr. Goebbels. - ¿Acaso ser hermosa es pecado? pregunta con plena ingenuidad la actriz, a lo que el Doctor responde: -No es pecado, sólo una desventaja. Da la impresión de que Lida nunca supo realmente dónde estuvo metida, "Fui tan sólo una mujer" afirma, aňos después, de nuevo -esa impresión nos deja su historia- con inocencia.
Más allá de estas grandes crónicas, hay dos historias que intrigan, que a lo largo de la lectura resultan hasta risibles (el comunismo tuvo la habilidad para llegar a grados excelsos de ridiculez), pero que al final ilustran como ninguna la crueldad y la pesadilla de esa época en Checoslovaquia: La más "misteriosas", la del escritor Jan Prochazka y la del también escritor Eduard Kirchberger, alias Karel Fabián. El primero caído en desgracia, imposibilitado hasta para hallar un lugar en el que descansar eternamente, y el segundo, increíblemente "perdonado" por el sistema, una vez que cambió su nombre y sus orientaciones literarias. ¿Por qué Kirchberger recibió el perdón y otros no? No queda resuelta la cuestión. Es un botón de la estupidez y el absurdo comunista.
A pesar de todo, me quedo con la crónica de la desgracia de la cantante Marta Kubišova. Es realmente conmovedor enterarse del extraño montaje que se le armó (unas fotos pornográficas fueron la causa de su desgracia, muy probablemente un montaje de los Servicios de Seguridad comunistas), el ostracismo del que fue víctima por su oposición al sistema comunista, las persecuciones sufridas, las injurias. Nada se oyó de Kubišova en la radio durante 20 aňos. Nadie la quiso emplear durante eso tiempo.
Hay otras "viñetas" en el libro: el afán de la sobrina de Kafka por conservar el anonimato, la curiosa predicción de un caricaturista sobre la caída del comunismo hecha en 1968, o la historia posterior al libro y la pugna que sostuvo con la casa-museo Karel Gott, personaje éste que a ojos de Szczygiel representa una suerte de sustituto de la deidad que le falta a los checos. De ahí GOTTLAND.
Un gran libro para desentrañar de una buena vez algunos, no todos, de los misterios, de los intríngulis que significaron el comunismo en Checoslovaquia. Al menos a mí me resuelve varias preguntas que nadie había sabido o querido responder.
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