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Círculo virtual de lectura: "Sábado de gloria", "Beatriz, la polución" y "La noche de los feos" de Mario Benedetti

En "Sábado de Gloria" el individuo es un prisionero. Su cotidianidad "hipertrivial" es la trampa. A pesar de ello, existe un menudo resquicio por el que el sujeto puede aún vislumbrar la existencia de los temas "graves": la vida, la muerte, la guerra y, claro, el fútbol. Por un lado, quizá este aspecto merezca una posible crítica, pues a mi juicio se aparta un tanto de la realidad. Mi pesimismo me lleva a pensar que nadie o casi nadie es ya capaz dentro de las condiciones actuales de conciliar el marasmo en el que cada quien se encuentra con la reflexión o la incertidumbre de saberse en ese estado. Por otro lado, esto es ficción y tal aspecto es acaso lo que da efectividad al relato.
Desde otro enfoque el relato trae a escena la insoportable idea del cambio, cuya máxima expresión es la muerte. Si bien la rutina es despreciable, resulta preferible cuando tenemos el fin de la existencia en la mira. En ese caso, el personaje del relato recurre a todo, a fabricar un futuro imaginario donde la desauciada y él viven felices y continúan su cotidianidad o incluso a invocar a una divinidad en la que no se cree. Al final lo que se lamenta es, primero, no tanto la muerte o el sufrimiento de la sentenciada, sino la ausencia, el vacio que deja en el que se queda. El hombre es el ser egoísta; y segundo, se lamenta la condición del hombre. Cortázar en boca de Horacio Oliveira lo deja sentencia: "Lo absurdo no son las cosas, lo absurdo es que las cosas estén ahí y las sintamos como absurdas".


En "La noche de los feos" se analiza el binomio "fealdad (interna y externa. Benedetti apunta en una dirección contraria a la de la sociedad rosa y boba)/soledad". El relato deja un vacío interno en el lector, reflejo del sentido (odio, resentimiento...) por los horrendos personajes.
El autor desenmascara las apariencias: Se puede dar una impresión diferente, pero la verdad es que la podredumbre reina en el interior de las personas, y en el caso de los desfigurados más aún, o al menos de igual forma. La mujer del cuento puede envalentonarse y tomar el espejo para arreglarse el cabello enmedio de las miradas de la gente en la cafetería, pretender que es como las demás, pero en el fondo se siente frágil, su movimiento es pura pose. Lo confirma su confesión serena de preferir ser "tonta", pero hermosa. En un sentido, Benedetti evidencia a la sociedad banal, pero pone las cosas en claro. Por más que se proclame esa estulta idea de que "lo importante es lo que llevamos dentro", su falsedad en estos tiempos de culto a la persona es incontestable. El feo no puede ser sino infeliz, aunque no lo acepte mas que en su fuero interno.

Creo que en un sentido el relato es el intento de construir una ilusión, siquiera efímera y, al final, frustrada (en su noche, los feos intentan volverse "normales" con ayuda de la oscuridad. Finalmente, el protagonista se da cuenta de lo ridículo de la situación: "No éramos eso, no éramos eso" repite -imagino- desesperado) de ser felices y poseer "un lugar en el mundo" o, al menos, el intento (también fallido a mi juicio) de conciliar el odio que se siente ante la fealdad y aún así vivir en paz.


Los textos están en http://www.ciudadseva.com

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